Proyecto #14: El viaje (dibujando momentos incómodos)

Después de estar separadas casi un año, ya vivimos juntas de nuevo. Papita sobrevivió al viaje de 10 horas y un poco más. Ambas quedamos exhaustas y estoy segura de que fue traumático para ella. Atravesar seguridad en Bogotá fue complicado, pero lo que más me preocupaba era que tenía que pasar 10 horas en un avión sin comprender qué estaba pasando. Los kennel permitidos por las aerolíneas no son realmente cómodos para una gata de casi 7kg y 12 años.

Ya en el avión, un rato después del despegue, la saqué del kennel para tenerla en mis piernas y que ella estuviera más cómoda y tranquila. Pero resulta que no se pueden sacar a los gatos de los kennels, como me hizo saber la azafata al tiempo que un perro mediano se paseaba por los pasillos del avión.

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Era un perro de servicio porque no iba en un kennel, pero no tenía chaleco y no me quedó claro qué tipo de servicio ofrecía, si legales o de plomería.

Entiendo que es por un tema de seguridad, los gatos son muy escurridizos y nerviosos. Pero tiene sentido que sean así, en especial si son caseritos y salen poco, no está acostumbrado a tantos estímulos como un perro que mínimo da un paseo todos los días. Ahora, la solución no puede ser embutir a los gatos en una lata de sardinas por 10 horas. Basta del perrocentrismo.

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La buena noticia es que la papita ya se adueñó de las sillas, las camas y el sofá de su nueva casa y está disfrutando del sol europeo.

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See u next week!